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Vicente Prado asegura que el 90% del ciclismo es el factor humano

Miercoles 07 de Octubre del 2020 a las 11:35


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El exciclista, Vicente Prado, es natural de Pruvia aunque cuando tenía 10 años de edad su familia se trasladó a vivir a Lugones, donde residió hasta los 20 años. “De crio comencé a anda en bici con los amigos por el pueblo y las primeras competiciones las hice formando parte del club ciclista Genjí de Lugones en 1979, con 13 o 14 años, donde milité hasta juveniles. Después pasé a amateur lo que hoy es sub-23, estuve tres años corriendo con el País Vasco, los equipos por los que pasé fueron El Reinas y dos años por el Gurelesa”, comentó.

Prado aseguró que su primera bicicleta se la compraron sus padres, porque se la pidió, ya que siempre le había gustado montar en ella y la quería para correr, “lo peor es que al año siguiente me la robaron y me dejó una Jorge Luis Montero “Coque”, que era el director del equipo Genji y mi padre también era amigo del dueño de Genji y se lo comentaron y me dejaron una con la que estuve hasta que marché a correr fuera y después me las daban los equipos, no tuve que comprar más bicis. Estuve cinco años compitiendo con esa misma bici”, narró.

Prado aseguró que en una bicicleta el factor humano es lo más importante, más que la propia bicicleta, porque supone el 90%, aunque aseguró que han mejorado muchísimo con el paso del tiempo “con tener una bicicleta que no te de muchos problemas o muchas averías es suficiente, después es el sacrificio que cada uno ponga, porque si quieres algo siempre hay que poner parte de ti para que salga”, afirmó.

A parte de correr Prado trabajaba en la tienda de Suárez Cueva en Lugones, donde comenzó con 14 años y ganaba dinero con las carreras, “Trabajé en Suárez Cueva hasta los 18 años, cuando corría trabajaba por las tardes y por la mañana entrenaba, en invierno trabajaba todo el día. Con las carreras ganaba dinero y no necesitaba pedir dinero en casa. Recuerdo que con lo que ahorraba me daba para ir a esquiar, porque siempre me ha encantado hacer deporte” apuntó.

Con 20 años pasó a ser profesional con el equipo Zahor y al año siguiente compitió con el Helios CR, después se quedó sin equipo y volvió a la categoría amateur, “fue muy difícil volver a ser profesional pero lo conseguí de nuevo, lo que yo hice fue el doble de lo que hace un ciclista normal, porque pasé dos veces a profesional, y la segunda fue mucho más difícil, tuve que demostrar muchísimo mi valía para que contarán conmigo. Cuando volví gané casi todas las carreras, porque además aproveché al máximo toda la experiencia adquirida como profesional los dos años anteriores”, explicó.

Vicente aseguró que de la categoría amateur a profesional, el paso es grandísimo, “en profesionales hay mucha más seguridad sobre todo en el pelotón, hay más organización, las carreras están más controladas. Se hacen más esfuerzos y son más largas, pero se corre mucho mejor, con muchas más garantías. Las carreras de amateur son más improvisadas, porque todavía estás sin formar a nivel psicológico, aunque físicamente no, porque vas adquiriendo resistencia y experiencia. En profesional aprendes la técnica para regularte y como controlar las escapadas”, afirmó.

El exciclista asegura que es un deporte duro, donde el llegar segundo o tercero te cuesta como el haber ganado, pero luego no se refleja en ningún sitio, “hay gente que pasa a profesional y es buena, y sólo ganaron dos carreras pero es muy importante la constancia y como te desenvuelvas en la carrera, entre otras muchas circunstancias. En los dos equipos que corrí fue el único que gané carreras y al final decidieron no contar conmigo y el segundo año estuve a punto de ganar la carrera de los Valles Mineros, sin embargo me quedé sin equipo considero que fue por mi carácter que influyó en esa decisión”, explicó.

Fue con 24 años cuando regresó a la competición como profesional de la mano del equipo Tool y después estuvo dos años en el Clas, “dejé de competir porque no me iban las cosas bien, porque no rendía como quería, además en el año 92 detecté un problema físico grave, que llevaba toda la vida arrastrando. De nacimiento tengo la cadera descompensada, el problema es que me presionaba el ciático desde siempre, cuando era niño y andaba en bici me dolía la cadera pero cuando calentaba se me pasaba y mi vida trascurrió así. Después de amateur al tener la descompensación y no corregirla con unos suplementos al final cuando hacía los esfuerzos máximos cargaba sobre la pierna más larga y me descompenso la espalda por completo. En toda mi vida deportiva nadie me lo detectó ni yo mismo, sí que notaba que cuando me veía en la televisión iba torcido, pero lo achacaba al esfuerzo”, relató.

El problema era que cuanto más esfuerzo hacía más tocaba los músculos que no estaban preparados y le costaba mucho más recuperarse que a otros ciclistas, además de los dolores de espalda que sufría en la propia carrera. “Cuando estaba descansado andaba muy bien, pero al tercer día me tenía que retirar y el último año de profesional ya fui a un especialista y me dio el diagnóstico y decidí retirarme”, apuntó. Después de retirarse estuvo unos años practicando con bicicleta de montaña y llegó a ganar muchas carreras. Prado confesó que a él lo que le gustaba era entrenar, podía salir y pasar horas aunque el competir le daba un plus.

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