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SOCIEDAD

Félix Valentín es un amante de la vida al que le gusta disfrutar al máximo

Jueves 19 de Abril del 2018 a las 00:21


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“Cuidaba de unas 40 vacas y de aquella no había catadoras, teníamos que hacerlo manualmente. Me hice cargo de ella porque murió el propietario y me contrató su hermana, ya que ella sola no podía con todo”

“En aquella casa no había agua, ni electricidad, no había carreteras, estábamos en mitad del monte sin ninguna vivienda cerca. Ahora aunque estamos más cerca de todo, hay mucha tranquilidad y aquello no lo cambio por nada”

“Estoy muy contento y emocionado por este reconocimiento, pienso que es una de las mejores cosas que organiza el colectivo, porque no es fácil llegar a mis años”

Félix Valentín Arias López será homenajeado por la Asociación de Jubilados y Pensionistas de Lugones, el próximo día 20 de abril en el Restaurante La Torre como Socio de Mayor Edad. Nació el 24 de abril de 1924, aunque no conoce la ubicación concreta porque nada más nacer su madre le entregó al hospicio y fue con cinco años cuando su tía Aurora le reclamó y le acogió, pero esos años recuerda que estuvo interno en un colegio en Porceyo, “yo estaba en el colegio pero no estudiaba nada, lo único es que allí estaba atendido tenía una cama y podía comer y cenar allí, hasta que comenzó la Guerra Civil”, recordó.

Fue a los 10 años cuando le propusieron viajar a Barcelona, pero él decidió no irse y estuvo una temporada pidiendo, hasta que comenzó a dedicarse a cuidar ganado en varias caserías de los pueblos de alrededor de Gijón, estuvo en Roces y en Carbaínos (Ceneros) donde pasó varios años, “cuidaba de unas 40 vacas y de aquella no había catadoras, teníamos que hacerlo manualmente. Me hice cargo de ella porque murió el propietario y me contrató su hermana, ya que ella sola no podía con todo”, recordó.

Fue a los 29 años cuando contrajo matrimonio con la vecina de Lugo de Llanera, Carmen Junquera Díaz, se casaron en Viella debajo de un hórreo, “hicimos allí la celebración y al convite acudieron una docena de familiares y amigos, nos casamos allí en lugar de en Lugo, porque no había cura. Donde estaba yo sentado estaba forrado con albardas y casi caigo, nos lo pasamos muy bien”, comentó.

Su mujer era natural de Pruvia y cuando comenzó la Guerra Civil, para que nadie se les metiera en casa se fue a vivir con sus tíos a Fonciello, que es la casa en la que residió el matrimonio toda la vida, y en la que vive en la actualidad Félix con su hijo, su nuera y un nieto. El tío de su esposa estaba enfermo y no podía moverse de la cama y su tía era ciega, así que se encargaron de cuidarles hasta que fallecieron.

Félix encontró trabajo en la Didier, donde estuvo 31 años como operario moviendo palas y volquetas. El matrimonio tuvo un total de 5 hijos, aunque dos fallecieron a los pocos días y en el nacimiento. Los hijos se llaman María Isabel, Valentín y José Antonio, la primera hija llegó al año de casarse y entre ellos se llevan cuatro años cada uno. “En aquella casa no había agua, ni electricidad, no había carreteras, estábamos en mitad del monte sin ninguna vivienda cerca. Ahora aunque estamos más cerca de todo, hay mucha tranquilidad y aquello no lo cambio por nada”, afirmó. En su propia casa cuidaba a todo tipo de animales como gochos, vacas, gallinas y conejos entre otros.

El homenajeado se jubiló a los 62 años  y se hizo socio del colectivo el 22 de junio de 1998, este año se cumplen 20 años desde que se asoció. Su mujer falleció en el año 2000. Su día a día es muy completo se levanta normalmente en torno a las 9 de la mañana desayuna y anda un poco alrededor de la casa, “mi vida siempre la desarrollé en Lugones, porque era donde trabajaba además teníamos el Camino Real, que nos comunicaba con Lugones y estaba muy bien asfaltado y podíamos venir a comprar y al médico. Recuerdo que una vez nos querían cambiar el médico para Lugo de Llanera y los vecinos nos plantamos en la inspección y expusimos la situación, que estábamos contentos con el médico de Lugones y al final nos escucharon y nos quedamos aquí. Pero ahora nos atienden los médicos de La Fresneda y estoy muy contento con ellos son buenas personas”, comentó.

Es un amante de la vida y como tal la disfruta, participa en todas las excursiones que organiza el colectivo de un día, no se pierde el pulpo, ni el cocido maragato ningún año, antes acudía con otro amigo de la asociación y siempre iban juntos para todos lados. Aunque nunca se sacó el carné de conducir viajó como el que más, todos los viernes acude a Lugones al mercado y desde que tenía 13 años va todos los martes al de la Pola, “conozco mejor Pola de Siero que Lugones o Fonciello, tengo muchos amigos allí, cojo el autobús Hortal y pasó allí la mañana. Cuando era más joven y estaba en la casería incluso iba andando a Pola de Siero”, recordó. Entre sus hobbies se encuentra ver películas de vaqueros y jugar “a la pelota”, aunque no le gusta verlo en los campos de fútbol o en la televisión. Ha ido un total de tres veces a ver al Atlético de Lugones al campo Santa Bárbara, ya que su nieta Verónica es la encargada de la cafetería del campo y miembro de la directiva, siempre que ha asistido el equipo blanquiazul ha ganado.

Todos los domingos iba a la playa, según dice porque se lo había aconsejado el médico para curarse, la familia recuerda que llevaba el bañador debajo de la ropa, se bañaba y cuando se secaba se volvía a poner la ropa. En este momento, tiene cuatro nietos y tres biznietos y comentó que el día de la celebración dará las gracias a la directiva de la Asociación, al Principado y a todos los socios, “estoy muy contento y emocionado por este reconocimiento, pienso que es una de las mejores cosas que organiza el colectivo, porque no es fácil llegar a mis años”, concluyó.

 

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